EL GALLO LLAMADO “RESPETO”

EL GALLO LLAMADO “RESPETO”

Por Enrique Genaro Meneses Carrillo

Cuando escuché al afamado subalterno Alberto Preciado Meléndez en su despedida en la Monumental Plaza México, luego de cuarenta y tres años poniendo el pecho enfrentando en más de dos mil quinientas corridas a los toros más atemorizantes, me quedé con una frase que caló en mis pensamientos: “…yo siempre respeté al toro, por todo lo que él me ha dado…”, y reflexionando en dicha expresión es que titulo este artículo como “El gallo Llamado Respeto”; ya que soy un convencido que este valor humano es la base o génesis de nuestra pasión por el gallo de combate.

Imaginar a este valiente hombre, que luego de toda una vida enfrentando en el fragor de la lidia al toro, lo único que puede sentir por este astado bravo es ”RESPETO” seguramente conjugado con admiración y gratitud por todo lo que ha significado en su vida y por todo lo que ha podido obtener a través de él. Un hombre que al pasar de los años y con la fama adquirida jamás abandonó esa deferencia por el noble animal, cuyas circunstancias lo obligaron a ser su ocasional enemigo.

Así también cuantos de nosotros que criamos y lidiamos al gallo de combate, aquel que brinda su vida en la arena, que defiende la divisa y el honor del galpón, ese gallo que día a día y a lo largo de los años seguirá luchando sin titubear, ¿cuántos de nosotros también le brindamos el RESPETO que realmente se merece?, sin vejar su honra con amaines y arreglos, sin vender por unas cuantas monedas su linaje y su preciada vida, sin dejar de brindarle los cuidados y el cariño que realmente se merece, sin utilizarlo solo como un instrumento para el lucimiento y la pose figurativa.

Porque la esencia de este hermoso deporte es el GALLO, solo el GALLO y nada más que el GALLO; y aquel que no lo entienda así, sencillamente será cualquier cosa menos un genuino criador, y tanto igual de importante será el irrenunciable RESPETO por tan digno combatiente, desde lo más sencillo como es al momento de manipularlo, que deberá ser con dignidad y cariño, sin tener que valerse de la fuerza desmedida y menos aún del trato indigno y rudo. También desde el instante en que deberemos brindarle el alimento, que será nuestra mayor preocupación y tendrá que ser servido con el mayor celo posible, brindándole todo aquel elemento que su condición de atleta y combatiente le exige, sin medir ningún esfuerzo ni emolumento, ya que nada se justificará en la mezquina idea de ahorrar unos centavos y no brindarle solo lo mejor a nuestros amados ejemplares.

Y deberemos brindarle el honorable “respeto” al momento de lidiarlo en la arena, aplicándole los esfuerzos y trabajos necesarios en su preparación, cuidado y manejos previos al momento crucial de la pelea, y la tarde donde tendrá que ofrendar su vida, jamás deberá el criador desprenderse del respeto y el honor que dicha acción merecen; porque el gallo no es pieza de desecho o instrumento de ganancia para que se le sacrifique en ademanes o entuertos que mancillen su dignidad, porque el valiente ejemplar brinda el tesoro invaluable de la vida en la arena y dicho acto es para quien lo cría, la obligación de darle todos los elementos que necesite para que ejecute su cometido dela mejor manera posible.

Seguramente don Alberto Preciado Meléndez ahora en esas tardes de pausado retiro, añorará sentir ese temblor en las entrañas cuando miraba fijamente a los ojos al toro bravo, pero sentirá también esa satisfacción en el alma de saber que siempre cubrió cada acto de su trabajo en la arena, con el debido “respeto” por el astado.; ojala cada uno de nosotros también podamos sentir esa misma satisfacción, cuando en la tranquilidad de nuestras quimeras podamos reflexionar en cada uno de nuestros actos y sonreír satisfechos de saber que le brindamos todo el “respeto” a cada uno de nuestros valientes y dignos ejemplares. Un gran abrazo a todos…!!!